jueves, 30 de noviembre de 2017

Cine: 'El sacrificio de un ciervo sagrado' de Yorgos Lanthimos (2017)

 
The Killing of a Sacred Deer, titulada en España El sacrificio de un ciervo sagrado, es el sexto largometraje del aclamado griego Yorgos Lanthimos.

Cuando me ofrecieron el pase me alegré muchísimo porque me moría de ganas de ver el último título en el que aparecía Nicole Kidman (mi actriz favorita, para quién a estas alturas aún no lo sepa). Decidí entonces que era buen momento para ver Langosta (The Lobster), de la que había oído hablar maravillas. Sin embargo quedé bastante más descontenta que desconcertada (aunque también) ante este film, para mí tan sobrevalorado. Cuando lees el argumento llama muchísimo la atención, pero luego parece un desfile de sinsentido. 

No puedo juzgar las obras anteriores del director, aunque la más estimada por el público, 
Canino, llama bastante mi atención.
Sigo preguntándome qué se toman para desayunar Lanthimos y Efthymis Filippou (co-guionista junto al director). Parece que por momentos están bajo los efectos de algún tipo de psicotrópico, porque sinceramente... a veces se les va todo de las manos. 
Cualquiera podría pensar que sólo consumo películas de instituto y que por eso un director de la talla de Lanthimos no es para mí. Pero imagino que si la reciente madre! de Aronofsky logró encandilarme no estoy en ese saco. 

El caso es que no puedo tachar de rotundo bodrio al título de hoy. Tuvo un algo que, como en su día con Mulholland Drive (David Lynch, 2001), consiguió atraparme (y no es la Kidman, aunque supongo que su presencia me hizo mucho más llevadero un film tan rocambolesco como este).

Visualmente la película es más que correcta. Lanthimos tiene un estilo muy personal y lo plasma en todas sus obras. Cuenta además con el director de fotografía que lo acompañó en Canino, Thimios Bakatatakis, quién realiza un excelente trabajo. Sin embargo, si algo me desconcierta de este director es su empeño por meter cámaras lentas siempre que puede aún siendo una secuencia que, en mi opinión, no lo necesita. No sé qué pretende transmitir cuando ralentiza a unas personas simplemente paseando. Secuencias que no desembocan en algo importante o revelador. Por fortuna en esta no abusa tantísimo como sí lo hace en Langosta. También vuelve al uso de música clásica de cuerda para ¿intensificar? momentos que, de nuevo, muchas veces no vienen al caso. Aunque, como con el anterior ejemplo, en este título no se ve tanto abuso y es mucho más contenido. 


Todo el elenco brilla interpretativamente a pesar de que algunas situaciones son forzadas hasta decir basta, como puede ser esa conversación tan trivial sobre los pelos de los sobacos o la postura (¿sexual? ¿Qué se supone que hace exactamente? ¿Me dice alguien si hay algún tipo de simbolismo?) que adopta el matrimonio en la cama.
El joven Barry Keoghan está de sobresaliente. Consigue que te de rabia y sientas algo de repulsión por él, y ese tipo de sentimientos, especialmente de rechazo, se le acuñan a un buen intérprete (ese es mi punto de vista, al menos). Quién también me sorprendió por su naturalidad y frialdad ante la cámara fue Raffey Cassidy, a quién recordaréis por uno de sus primeros papeles hace unos años en Tomorrowland. Evidentemente los veteranos protagonistas están de lujo. Es el año de Nicole Kidman (Big Little Lies, Top of the Lake: China Girl, How to Talk to Girls at Parties), quién ya ha demostrado sobradamente a lo largo de su carrera que puede frente a cualquier papel que le adjudiquen, y Farrell (Animales fantásticos y dónde encontrarlos, True Detective II, la mencionada Langosta) cada día sorprende más, tanto por la perfecta ejecución como por sus elecciones, que van desde el cine comercial al cine independiente, asentándose quizá más en este último, lo cual creo que ha sido beneficioso para él. Por lo menos a nivel profesional. Ambos mantienen una buena química, aunque es un matrimonio un tanto peculiar. Kidman y Farrell compartieron cartel este mismo año con La seducción de Sofía Coppola. 

Me gusta el "mundo" de Lanthimos. Es un hombre con ideas nuevas, transgresoras. Es una forma diferente de abordar el género de la ciencia ficción. En El sacrifio de un ciervo sagrado hay más equilibrio que en su anterior trabajo, es contenida pero a su vez termina por explotar. Tiene buen ritmo y, a pesar de todo lo sórdido e incluso absurdo de lo que pasa, hay algo que te mantiene fijo a la pantalla. 

Es una película difícil, para ir con la mente abierta. Al salir de la sala hay que digerirla; hay que saber que probablemente es un título para ver más de una vez o para no querer verlo nunca más. Seguramente se me escapan muchas cosas, puede que todas. Sin embargo, me atrevería a recomendarla no sólo a seguidores de los trabajos del director griego, sino a todas esas mentes inquietas, sin filtro (para el cine), que se atrevan a embarcarse en su extraño mundo. 

NOTA:
6'5/10

Diamond Films es la encargada de distribuir la película en España. 
@DiamondFilmsES
#ElSacrificioDeUnCiervoSagrado 





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